miércoles, 13 de noviembre de 2013

TOLEDO: COEXISTENCIA DE TRES CULTURAS



Vitsa panorámica de Toledo
Parece ser que el significado de Toletum, nombre de la ciudad en época romana, sería "lugar en alto", debido a la particular orografía de la ciudad.  Aunque el origen de la ciudad se remonta a épocas anteriores a la llegada de los romanos, pocos son los restos arqueológicos de este periodo.  Sin embargo, una vez conquistada por las legiones romanas, el lugar se incorpora a la provincia Cartaginense, apareciendo en los textos de los historiadores clásicos, como "una pequeña población fortificada". Desgraciadamente, poco se ha conservado en Toledo del periodo romano, aunque algo se puede ver. Entre lo mejor, destacamos los depósitos de agua en los sótanos de la mezquita de las Tornerías, así como, la conocida cueva de Hércules, un espacio abovedado, que parece de época romana, también en la plaza de Amador de los Ríos encontramos bóvedas y estructuras que parecen pertenecer a las Termas y, por último, parte de la calzada romana y la cloaca bajo ella, al lado de la mezquita de Bad al Mardum, parte de la vía de comunicación que enlazaba las ciudades de Emerita Augusta (Mérida) con Caesaraugusta (Zaragoza).

Calzada romana
A pesar de ello, la estructura urbana de Toledo es árabe, con sus calles estrechas y sinuosas, sus casas con tejados que casi se tocan, aunque sus ventanas nunca se miran de frente. Edificios donde los patios, llenos de verdor, azulejos y fuentes de agua, es su bien más preciado. De la docena de mezquitas, que probablemente, existieron en la ciudad en época árabe, quedan solo dos, Bad al Mardum o del Cristo de la Luz, del año 999 y la de Tornerías, algo posterior. La mezquita mayor estaba en el emplazamiento actual de la catedral, por lo tanto, ya desaparecida.

Es también probable, que la ciudad albergase diez sinagogas, sin embargo, solo dos permanecen en pie actualmente, Santa María la Blanca y Nuestra Señora del Tránsito, actual museo sefardí,  lo que induce a pensar que era el barrio de la Judería.

Toledo ha pasado a la historia como un modelo de convivencia entre tres culturas diferentes: judíos, musulmanes y cristianos. Sin embargo muchos estudios históricos están acabando con este mito. La relación no fue siempre fácil. Hubo momentos de tranquilidad y hechos que rompieron la posibilidad de entendimiento.

Parece cierto, que el  período musulmán trajo consigo una etapa de cierta tranquilidad, ya que la nueva clase dominante musulmana permitió a judíos y cristianos celebrar sus propios ritos. La razón: las tres religiones son monoteístas; además, judíos y cristianos comparten parte de sus Sagradas Escrituras (la Tanak judía viene a ser el Antiguo Testamento de la Bilblia) las cuales presentan diversos elementos que se recogen en el libro sagrado del Islam, El Corán.

Mezquita del Cristo de la Luz
Sin embargo, la idea de convivencia pacífica parece que procede de la conquista cristiana de Toledo por Alfonso VI, en 1085. La sorpresa para los conquistadores fue enorme, cuando vieron que dentro del núcleo urbano había comunidades de cristianos y judíos viviendo pacíficamente bajo dominio musulmán, habiendo adoptado incluso el lenguaje y la cultura árabes, incluyéndose la forma de vestir y el estilo de vida. Por ello, probablemente fue durante estos años, cuando se produjo una floreciente relación entre las tres culturas medievales: musulmana, judía y cristiana que constituyó una experiencia única dentro de los ámbitos cristiano y musulmán. Salvo en algunas ocasiones parece que estas tres comunidades humanas, a pesar de sus diferencias culturales, fueron desarrollándose paralelamente en un ambiente de respeto hacia sus costumbres y privilegios.

De tal forma, que algunos monarcas cristianos, como Alfonso X, llegan a proclamarse emperadores de dos o de las tres religiones. E incluso, algunos monarcas, como Alfonso VII o Fernando II, intuyeron la necesidad de esa convivencia pacífica. En este sentido, podemos mencionar el hecho de que Fernando II ordenara escribir su epitafio en las lenguas árabe, hebrea y castellana.

Catedral de Toledo
En el transcurso de los 800 años de reconquista tenemos constancia de que hubo períodos de paz y cooperación entre cristianos y musulmanes. Además, la colaboración artística entre ambas culturas ha quedado patente en multitud de iglesias y monumentos diseminados por toda la península. Incluso el respeto a los edificios religiosos musulmanes reconquistados, aunque sea fruto en la mayoría de los casos de iniciativas personales, pero también, con independencia de la reconversión de su uso, ha permitido conservar monumentos tan importantes como la mezquita de Córdoba o las sinagogas de Toledo.

La convivencia de todas formas, hay que tomarla de manera cautelosa y sería mejor hablar de coexistencia, ya que, si bien Toledo vivió un período de esplendor cultural en el que las tres culturas habitaron la ciudad,  lo hicieron con relativa armonía en barrios completamente independientes, con sus mezquitas, sinagogas e Iglesias. Cristianos, musulmanes y judíos se respetaron, pues convivían, pero también luchaban por el poder en la Península sin pretender renunciar a sus costumbres o privilegios.

Cierto, que los reyes cristianos no dudaron en incorporar a la corte a médicos, consejeros y tesoreros de origen judío, de forma que la judería creció, pero también lo hizo la población cristiana, compuesta por personas provenientes del norte, y favorecidas por los fueros concedidos por el rey, como agradecimiento a su participación en las guerras de conquista de tierras que antes pertenecieron a los musulmanes. Mientras, los aristócratas musulmanes decidían emigrar hacia las ciudades del sur de Al-Andalus.

A pesar de los deseos románticos, la Judería debió de ser un barrio amurallado con sus específicas entradas, su zoco, sus centros de estudio, sus baños y sus sinagogas.

El Toledo medieval fue el resultado del sucesivo asentamiento de culturas bien diferentes; la hebrea, musulmana y cristiana que lograron convivir, aunque solo fuera por obligación, con sus dispares formas de entender la organización social, religiosa o económica.

San Juan de los Reyes
Otra cosa distinta pudo haber sido la Escuela de Traductores de Toledo, aunque aquí tampoco hay acuerdo entre los especialistas. Parece probable, que entre los siglos XII y XIII se desarrollara en Toledo un fenómeno cultural conocido como Escuela de Traductores. Esta denominación no significa que estemos ante un centro educativo con profesores y estudiantes, sino más bien se trataba de un grupo de personas que trabajaron juntas o siguieron unos métodos comunes para trasladar a Europa la sabiduría Oriental y sobre todo, la de los antiguos griegos y los árabes. La cultura europea hasta entonces se había alimentado del mundo romano y aunque conocía la existencia de los grandes filósofos griegos, no existían traducciones y se ignoraba el contenido de sus obras.

Los árabes, en su expansión por Bizancio, herederos de la antigüedad griega y romana, asimilaron, tradujeron, estudiaron, comentaron y conservaron las obras de aquellos autores, y finalmente las trajeron consigo hasta la Península Ibérica junto con un ingente bagaje cultural que ellos mismos habían generado.

Parece ser, que la Escuela de Traductores de Toledo tuvo dos periodos separados por una fase de transición. El primero fue el del arzobispo don Raimundo que, en el siglo XII, impulsó la traducción de obras de filosofía y religión del árabe al latín. Gracias a esta labor comenzó a conocerse el aristotelismo neoplatónico. Se tradujeron libros de Aristóteles comentados por filósofos árabes, de autores hispano- judíos, y también se tradujeron el Corán y los Salmos del Antiguo Testamento. Por otra parte, en esta fase se empieza a recibir la ciencia oriental en Europa, a través de las traducciones de obras que sirvieron de manuales para los universitarios hasta el siglo XVI.

Sinagoga de Santa María del Tránsito
Con la llegada del rey Alfonso X, ya en el siglo XIII, comienza la etapa de las traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemática., pero también obras recreativas como los Libros del ajedrez, dados y tablas y recopilaciones de cuentos tan fecundas para las literaturas occidentales. En esta segunda fase las traducciones ya no se hacen al latín, sino al castellano, con lo que el romance se desarrolla para ser capaz de abordar temas científicos, que hasta entonces sólo habían sido tratados en latín.

Probablemente, fue Alfonso X el máximo impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo. Fue un rey interesado por multitud de disciplinas de la época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura etc. Se rodeó de sabios musulmanes y judíos, fue mecenas de eruditos y trovadores y a él se debe, en gran medida, el florecimiento de la cultura en esta época.

En conclusión, con el ejemplo de Toledo quedaría claro que el saber va de la mano del respeto, de la tolerancia y la cooperación, mientras que la ignorancia es cuna de fanatismos, integrismos e intransigencias. 

Grupo para el Fomento de las Humanidades
Colegio Virgen de Atocha

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