Protagonizada por el conocido actor Will Smith, narra la lucha de Chris Gardner por conquistar el éxito profesional. Chris, casado y con un hijo, es un vendedor hábil e inteligente al que las dificultades económicas le llevan a una situación límite. Es desahuciado y se queda en la calle sin nada ni nadie que le ayude.
La película trata de reflejar el ideal del sueño americano: cualquiera puede llegar a conquistar la felicidad si trabaja y se esfuerza. Un canto a la superación, a la esperanza, a la lucha por alcanzar los propios sueños... sobreponerse a las adversidades y no rendirse nunca.
Esta es la cara de la historia, pero también tiene una cruz. Refleja tan bien el sueño americano que muestra inevitablemente (parece que sin pretenderlo) sus sombras: el individualismo, el rechazo al débil y una visión idealizada de la igualdad de oportunidades. Resulta exagerado el heroísmo de Chris que no le debe nada a nadie y a quien tampoco parece preocuparle el infortunio que comparte con otras personas que aparecen en la historia. Una visión liberal de la libertad entendida simplemente como ausencia de obstáculos para alcanzar una meta, obviando la necesidad de contar con los recursos necesarios.
El título es sugerente. Está sacado de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776): "Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son
creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de
la felicidad". La película pasa por alto que la propia Declaración, siendo de inspiración liberal, no olvida que para que sea posible la realización de esos derechos los hombres tienen que vivir en sociedad solidariamente los unos con los otros.
Ignacio Antón
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